12.7.06

by tv light

hace poco encontré emuleando algo que me había olvidado que quería ver, de esas cosas que alguna vez alguien menciona o que leés por ahí y después desaparece de la cabeza por un buen tiempo. es la "opera prima" (conjunción inexplicable de una galletita de oblea con la descendiente de cualquier tío o tía) de christopher nolan director de memento (ah y de batman begins... en fin). la película se llama "the following" y, al igual que en memento, parte de una idea sumamente simple: un tipo, wannabe escritor, sale a la calle, elige a una persona y la sigue. no sabe quién es, no le interesa conocer su nombre, simplemente se dedica a seguirla hasta que entra a algún lugar. por un rato, de la multitud que anda pululando por la ciudad, alguno deja de ser "la masa" para convertirse en una individualidad: el que camina delante de él. qué hacía antes, adónde se dirige, qué clase de persona será... suena a un ejercicio bien curioso para salir y poner en práctica.
a mí no me pasa nada con la gente que camina por la calle, de hecho no suelo despegar los ojos del piso (algún día terminaré escribiendo sobre mi teoría de cómo la forma de las baldosas de nuestra vereda sobre la que jugamos cuando somos chicos condicionan por completo nuestra personalidad). pero sí me atraen inexorablemente en cambio las pequeñas aberturas en las casas. cuando caminamos por la vereda solamente pensamos en la cuadra, en la distancia, en esquivar y no tropezar. pero no caemos en la cuenta de que esa angosta vereda no es más que una cinta que rodea toda una manzana de construcciones, con sus negocios y casas y techos y ventanitas y luces. esa manzana es sinónimo de "hogar" para muchas personas. y cuando voy caminando me despiertan mucha curiosidad las puertas entreabiertas, la gente que entra y sale de una (su) casa, los huecos entre la cortina y el marco de la ventana... disfruto mucho de los brevísimos indicios que surgen sin siquiera ralentar el paso al caminar. en buenos aires me parecía mágico si, en el momento en que yo pasaba, se daba la casualidad que alguien abría su puerta y se veían esos pasillos largos a los que dan las puertas de muchas otras personas. todo eso había detrás de una fachada ignota! o chusmear los adornos que se dejan ver en esa cómoda o aparador siempre-dispuesto-debajo-de-la-ventana (cortázar no sería tan respetado si hubiera intitulado a su libro "todas las cómodas la cómoda", como era su intención primigenia). es irresistible para mí. los interiores ajenos son mi fetiche. de hecho, algún día me gustaría aprender a abrir cerraduras para pasar algunas horas en casas ajenas. sentarme, observar, sentir el perfume de esos ambientes.
de noche, las escenas que más disfruto al caminar son las que se proyectan en las ventanas por la luz pirotécnica del televisor. azul blanco rojo blanco amarillo, cambia todo el tiempo mientras pasan las siluetas, o se sientan en una mesa. en qué estarán pensando, sabrán que hay gente pasando por la calle, o que por ahí una escena similar y diferente a la vez sucede del otro lado de la pared, en la casa de otra familia... tiene mucho encanto todo eso. había un cuento de ray bradbury me parece, sobre un hombre que salía a caminar cuando anochecía y no se cruzaba con nadie nadie porque todos estaban adentro de sus casas viendo el televisor. de más está decir que él relataba todo eso con mucha mayor calidad que yo, y resultaba que al final se lo llevaban preso porque estaba prohibido salir a la calle y no mirar televisión en ese futuro imaginario tan agotadoramente bradburyano.
debe ser muy terrible haber vivido en época de bombardeos, o tener el hogar de uno en el medio oriente en la media guerra eterna. porque las casas tienen ese poder magnético de pertenencia que nadie quiere ver volar por los aires para comprobar su cualidad de escombritud. quien se haya ido de viaje durante más de un año y haya regresado sabrá de lo que hablo, lo raro que es entrar a esa casa de siempre después de un tiempo. el baño de otro es incómodo y mal iluminado, el de mi casa es ideal: no hay objetividad porque el placer está en lo insoportablemente subjetivo. una vez, dos o tres años después de haberme ido, toqué el timbre de una antigua casa de la que me había mudado. fue una experiencia muy interesante. de emociones. reencontrar las rajaduras de alguna baldosa, la formita de la rejilla del patio, el color de verde exacto en las puertas del ropero. una plumereada a esa estantería de la memoria. y los olores. no se habían ido. empecé a creer que el perfume lo elige la casa, no importa lo que uno le ponga adentro.
"the following", la película de nolan, después se va por las ramas y se convierte en otra cosa. pero esa pequeña semilla de la que arranca la historia me llegó. suficiente para decir que la peli es buena. mis amigos me insultan muy seguido porque para mí un pequeño detalle es suficiente para convencerme de que esa película valía la pena. no es mi culpa si ellos interpretan "tiene una excelente fotografía" como "está buena", o sí? qué le voy a hacer, disfruto más de los pequeños detalles. me enloquecen por ejemplo las luces de los autos entrando por las rendijas de una persiana. ese movimiento rápido que pega la vuelta en el techo y después se aleja más despacio... en este caso "the following" me hizo recordar lo lindo que son esos momentos caminando cuando se abre una puerta que es de otro. enormes e innumerables espacios encerrados entre paredes (¿o hechos de paredes? ajá!) que nunca conoceremos, casas ajenas, rincones invaluables para alguien, que pasamos en cada cuadra.


hhomero llleva een ssus aauriculares:
"cafe tacvba - la muerte chiquita"