13.11.06

white light generation

muy probablemente este siglo será recordado como "la era de la vagancia". alcanza y sobra con mirar nuestra rutina y caer en la cuenta del poquísimo esfuerzo que hacemos. pensar que hace apenas 600 años un mocoso más del enormísimo imperio incaico se calzaba un par de chancletas, enfilaba para el camino del tawantinsuyu y llevaba un mensaje de una punta a la otra (5200 kilómetros empedrados tenía la "arteria principal") sin un resoplo. los chasquis, que les decían. cabe aclarar que no era uno solo el que se recorría todo el trayecto, sino que cada pueblo a lo largo del recorrido tenía su flotilla de chasquis y lo que hacían era realizar postas. aún así, los tipos se pateaban dos kilómetros en diez minutos (y no son 2km por la avenida corrientes, estamos hablando de valles y montañas y arribas y abajos), trabajaban todo el día y sumaban un promedio de 400 kilómetros por jornada. así, un mensaje que iba de Quito hasta Cuzco recorría los 2mil km. que las separan en 5 días. tan aceitado lo tenían al sistema, que hasta utilizaban el sistema para subirle pescado fresco al emperador desde la costa, atravesando la cordillera y hasta la capital (a 3680 metros sobre el nivel del mar del cual había salido el simpático animal) en apenas 24 horas.
tras saber todo esto, quién puede seguir empujándose en la silla con rueditas de la oficina para agarrar la abrochadora que está sobre la otra mesa? sí, a usted le hablo flojo y patético individuo, que es capaz de dar 8 vueltas a la manzana esperando un lugar para estacionar a menos de 50mts de la puerta a la que se dirige en lugar de caminar dos, tres, por qué no siete cuadras. no llega ni a un kilómetro en suelo plano con eso; hasta una niñita inca se le reiría en la cara. porque la cuestión acá es el consumo de energía. en todas sus formas. la sociedad (no me gusta hablar de "la sociedad", pero...) mantiene en permanente aumento el consumo de energía. más petróleo, más electricidad, más calor, más comida. menos gasto. un hombre primitivo se comía una raíz, un pedazo de carne o algún que otro fruto y con eso le alcanzaba en términos de calorías para: salir, andar, cazar, moverse, y hasta para dormir en una caverna (sin losa radiante, susana). los onas medían, según los libros, entre 1,84 (varones) y 1,70 (mujeres). rara vez superaban los 70kg; esta era la estructura común de aquella época, según la antropología, en todos los grupos humanos alrededor del mundo. el hombre por default: flaco, fuerte, atlético, ágil. no sufría de hipertensión, apenas tenía un 10% de grasa en el cuerpo, no existía la hipercolesterolemia, ni trastornos cardiovasculares. así estamos: apenas unos cuantos siglos más tarde (ni un milenio nos separa aún, pero tengamos paciencia), estamos hablando del flagelo de los "gordos desnutridos". sí, así como lo oyen: la última moda es el tastorno del obeso mal alimentado. qué nos queda, más que ese triste oximoron.
qué pensaría un hombre primitivo si viera que le llamamos "buscar comida" a pasar por una pizzería y pedir dos grandes de muzza? ya ni siquiera eso, el delivery nos ha "ahorrado el esfuerzo". podemos abrirle la puerta en calzoncillos, qué fiaca da ponerse un pantalón por dos minutos. en fin, porque hablar de comida puede ocupar párrafos y párrafos, inagotable como el hambre es el tema, mejor pasar a otros aspectos. como por ejemplo: atravesamos la edad de piedra. la edad del cobre, del bronce, del hierro. quisiera bautizar a esta, la nuestra, la edad del copypaste. ah, ese sí es el menor esfuerzo eh! el dolor de cabeza de autores y docentes por igual. el orgullo (!) de miles de bloggeros. esta es la era de los vagos, de la fiaca, de la siesta innecesaria, incluso del ahorro extremo en razonamiento: calculadora, grabador, computadora. hace tampoco tanto (noto una insistencia en esta expresión de vieja chota) para escuchar un poco de música había que tener frente a uno a alguien interpretando. no existía el soporte de grabación en ninguna de sus formas. gente que se traslada hacia el concierto, músicos que le meten pilas a estar tocando una cuantas horas. como en el "antes" y "después" de los avisos de slim, acá estamos nosotros: ya ni ir a la disquería y mover los dedos entre las bateas hace falta. mp3 y ya.
si algo había que hacer para empeorar la ansiedad del hombre moderno (léase "lo quiero ya") era permitirle conseguirlo sin siquiera levantarse (léase "alcanzame eso!"). pienso en todo esto porque el otro día estaba en la pileta del gimnasio y me preguntaba "para qué es que estoy acá? por qué hago todo esto? para quién?". meterme en un lugar como este, gastar energía por la sola necesidad de gastarla. es que el esfuerzo físico (y podríamos hablar de una analogía con la lectura y la necesidad de hacer esfuerzo mental, más en desuso aún) es tan extraño en la rutina que necesito venir a un lugar específico para quemarlo? las energías están, las siento, siento también la necesidad de ir a agotarme. y cómo no necesitarlo, morfo el triple que mis ancestros y no muevo un dedo en todo el día. y eso que no vivo en una gran ciudad. que camino. que el aire es sano. que no hay comida chatarra. pero tan lejos nos hemos ido, es tal el derrape al que hemos llegado que necesitamos nutricionistas para saber qué comer, televisiones para saber de qué reir, autos con navegador para saber cómo llegar y google para saber cómo encontrar. todo servido señores, todo al alcance, nada cuesta demasiado. comprar los pasajes con el teléfono. a nadie le resulta inverosímil. pero lo peor es que a nadie le resulta perezoso.
cuando ya no sé más qué decir, es cuando me acuerdo de aquellos que han dicho más y mejor que yo. en este caso lo escuché decir a mex urtizberea, un señor bastante más grande que yo (en edad, aclaro), cuya reflexión sobre este tema de la vagancia me hizo sentir no menos identificado. contaba cómo hace 40 años (o 20 años, o 70 años) era toda una tarea de inteligencia poner nuestra mirada adolescente en el camino de una mujer con poca ropa. el almanaque del gomero nos turbaba sobremanera con apenas husmear de reojo, y el efecto (no quería decir calentura, pero bué) nos duraba un buen tiempo. la pornografía era un submundo ilegal y su tráfico entre los compañeros del colegio era casi tan adrenalínico como encontrar un buen lugar en la casa para esconder la revista. en fin, se entiende: la masturbación correctamente inducida requería un enorme esfuerzo. ese era el "antes". el "después" de hoy nos presenta una televisión en la que lo que menos escasea son tetas y culos en estados de perfecta desnudez. un péndex que se sienta a webear un rato se cruzará sin lugar a dudas con 5 0 6 fotos de mujeres practicando fellatios en algún que otro banner... y sin siquiera estar buscándolas! "es por eso (decía urtizberea) que no sorprende, para nada, que hoy en día se hayan convertido en sinónimos el vago y el pajero."


aa hhomero lle dda mmucha ppaja ccambiar lla pplaylist::
"ladytron - CMYK"