finger lickin good
conclusión del día: la cantidad de comida en el interior de una heladera es el único parámetro que condiciona la duración del período de colgadez de un individuo frente al artefacto tras abrir la puerta. dicho en otras palabras, cuanto más enllenada está la hela, más rato te la pasás embobado mirando. lo compruebo cada vez que abro la mía, prácticamente vacía, y la cierro tras (cronometrados) 3 segundos. si no hay nada adentro, la heladera en sí (estantes y hueveras) carece de atractivo para la colgadez de un ser humano. porque lo que emboba no es la belleza a nivel estético (al menos la poca que pueda encontrarse en el soso interior de una heladera), sino la simultaneidad. el mucho. cosas, colores, frascos, paquetes. por eso cuando miro mi heladera me parece un poco salida de una película francesa.
paso a enumerar el contenido, tal como lo estoy viendo: en la puerta hay dos limones (uno ya empezó a arrastrarse solito hacia el tacho de basura, fijate qué podrido pero qué macanudo), media manteca chica, un paquete abierto de queso rallado (miembro clave de mis cenas que merece un capítulo aparte, tal es su grandeza). en el estante principal (ja, es el único que tiene) hay un táper abierto con frutas (llegaron al fin las más ricas! duraznos, ciruelas y pelones), un frasco con algún condimento que haría sonrojar a un contador geiger, una leche descremada, un poco de queso blanco, café y, por último, en el congelador un paquete de salchichas (porque toda dieta balanceada incluye carnes grises).
la heladera universal contiene varias de estas cosas, pero algunas más infaltables: limones secos (ya la dije), leche (si está buena o no carece de relevancia, pero cómo no vas a tener leche!), cubeteras (nadie dijo hielo eh...), algún remedio (así parece un super laboratorio de la tecnología sideral), mermelada a media asta, frascos de aceituna sin aceitunas pero con el agüita (otro asunto que merece un capítulo aparte)... ufa, había hecho una lista mental más larga y ahora no me acuerdo. una ventaja más de la lista no-mental. ah, cierto! me acordé: la gotita. nunca falta un tubo de la gotita en la heladera.
detengámonos por un instante en la colgadez que sobreviene al tirar de la puerta. tantos estudios científicos hay sobre tantas nimiedades, cuándo va a ocuparse seriamente alguien sobre este asunto? quizás nos ayude a comprender mejor por qué somos como somos, de dónde venimos e incluso por qué pintamos las heladeras de blanco. algunas incógnitas: dura más o menos la colgadez si estamos descalzos? (a menos que haya un cortocircuito, en cuyo caso hay 99% de probabilidades de que dure menos). tiene injerencia la hora en la que nos colgamos frente a la heladera? es decir, nos colgamos más de noche? influye en algo el hambre que tengamos? la edad? el sexo? (de todas maneras, no le recomiendo a nadie ponerse a mirar en la heladera mientras se tiene sexo, la otra persona se ofende y se va. creanmé, me pasó). qué sucede con las diferentes clases sociales? se cuelga más un hombre de familia que un hombre solo? qué resultados hay en el caso de una heladera con freezer? y con freezer pero de esos que vienen abajo? todo un universo indómito, salvaje, para ser abordado por valientes científicos... cómo distinguir a aquel que se toma el trabajo de abrir el cajoncito para ver si hay algo ahí escondido? y los que tocan todo para volver a apoyarlo... en otro estante? hay quienes se agachan y meten literalmente la cabeza adentro de la heladera. otros meten un pie como quien saca el bracito por la ventana. hay quienes pisan un poco de torta para después andar chupándose los dedos. yo no lo hago porque no llego a chuparme el pie. y porque en mi heladera escasea el rubro pastelería.
otro aspecto sumamente misterioso es aquel con el que nos asustaban de chicos: el "atrás de la heladera". qué miedo daba eso. proque por atrás siempre son negras, es algo así como el lado oscuro (algunas heladeras más viejas incluso hacen ruido a darth vader). ese radiador enorme de chapa que parece una tabla de lavar... encima está caliente! cómo puede estar caliente alguna parte de la heladera? qué locura. también nos decían que no metiéramos la mano: el motor te la arranca. pero claro, siempre una piecita de algún juguete (en mi caso eran legos) terminaba perdida debajo de la heladera. entonces se solicitaba algo excepcional: correr la heladera. tarea de padre. aunque no son tan pesadas de arrastrar, pero las mujeres se niegan rotundamente a mover una heladera. una vez desplazada (la heladera, no la mujer) qué encontramos detrás? de todo. un mar de pelusas en el que naufragan bolitas, juguetes, papeles, imanes, tornillos, caramelos... y por supuesto, biromes. he llegado a la conclusión de que atrás de las heladeras es adonde van las biromes a morir. como las ballenas. de alguna forma, cuando ven que la tinta empieza a terminarse, se las arreglan para ir detrás de la heladera para su descanso eterno. la última morada de la birome. y de los capuchones, claro está. porque atrás de la heladera siempre está lleno de capuchones. peor aún: siempre hay más capuchones que biromes. todos esos que nunca encontrás están ahí. cómo hacen, nunca lo sabremos: hay cosas que merecen no ser averiguadas.
la luz de la heladera es sin lugar a dudas la lamparita que más tiempo permanece en su lugar tras quemarse. cualquier otra luz de la casa es cambiada a la brevedad (siempre y cuando, como en todo hogar decente, patricio y bilingüe, haya lamparitas de repuesto). lo peculiar de esta conducta humana es que la luz de la heladera debe ser no sólo de las más necesarias, sino de las más utilizadas. y sin embargo, somos capaces de pasarnos semanas enteras con el morfi en penumbras. la reticencia a cambiar la luz reside, aventurando una conjetura, en que no sólo implica sacar una tapa (que no sabemos cómo se saca, pero qué tan difícil puede ser, nocierto?), sino que además implica una lamparita que no es la común. y eso siempre es terreno pantanoso. será chiquita? blanca? transparente? es un tubito? será la misma rosca? dónde se compra? yo no sé adónde se compra eso. pregunto en la ferretería? pero cómo pregunto? bombita para la heladera, se llamarán así? no creo, mirá si en la caja va a decir "bombita para heladera"... bueno, a lo mejor si la dejo como está un día de estos revive. puede pasar, no? a lo mejor no es que se quemó sino que el mecanismo no está andando. porque la luz de la heladera no está prendida todo el tiempo, no señor. eso es un mito. y lamento mucho si le bajo la ilusión de un hondazo a más de uno con esto, pero la verdad es la verdad y acá va: cuando cerrás la puerta, la lamparita... se apaga! pedazo de invento eh. entonces por ahí es eso lo que se rompió, y uno se embarca en cambiar la lamparita cuando está lo más bien, la lamparita...
días y días pueden estirarse estas conjeturas. hasta que alguien pregunta lo que nadie quiere oir: "se podrá arreglar la luz de la heladera?". usualmente es una voz femenina la que formula esto. dirigida hacia un individuo de sexo masculino, que procederá a cambiar la luz de la heladera sin chistar porque, bien en el fondo, sabe que es su deber. en el territorio culinario llamado "heladera", el hombre se encarga del mantenimiento porque la mujer se encarga... del descongelamiento. estamos a mano. este acuerdo tácito será respetado así hasta el fin de los días (o de la electricidad al menos). descongelar la heladera es asunto de ellas. nosotros no sabemos cómo se hace, por qué se hace, cuánto tarda, cuál es el procedimiento... es más, ni siquiera sabemos adónde está enchufada la heladera! cómo, esto está enchufado? en serio? adónde? porque el enchufe de la heladera siempre está medio a trasmano. y como nunca pensamos desenchufarla, no retenemos el dato de su ubicación. sea como sea, descongelar no es de nuestra incumbencia. lo único que sabemos es que, cada cierto período de tiempo, aparece un charco debajo de la heladera, se coloca un trapo de piso sobre él, se sacan todos los contenidos y se la deja abierta. usualmente este período coincide con la limpieza generalizada del artefacto, que incluye una purga con mano dura de la multitud de imanes, calcomanías, papelitos y fotos pegadas en la puerta de la heladera (también conocida como "la cartelera de cosas inútiles que por suerte está en la cocina y no tengo que ver todo el tiempo, fiuf menos mal").
no quiero terminar sin antes hacer mención de una conducta que tiene sus orígenes en las hordas de estudiantes y jóvenes profesionales viviendo solos en cualquier punto del país. no voy a decir del mundo porque no he confirmado las aristas internacionales de este proceder, pero cualesquiera sea el caso, todo ocurre así: un joven (también denominado péndex o boludón) abre la heladera a la hora de la comida. se queda, como es habitual, contemplando su contenido. su escaso contenido, fruto de los salarios marginales que otorga este bendito íspa (mejora económica sin precedentes? pues yo no la veo eh). el (o la) joven está pensando, pensando con todas sus fuerzas. debe comer. peor aún, debe elaborar una comida con lo que tiene ante sus ojos. en apenas una fracción de segundo sus hipótesis se reducen a dos caminos: tarta o salsa. esta es la ley. T o S. si hay tapas para pascualina, la totalidad de los contenidos de la heladera (limones, queso blanco, restos del delivery de la noche anterior, mermelada, una lata de arvejas abierta, medio tomate, un huevo, brotes de soja, actimel) se convierten en una deliciosa y nutritiva tarta. por esto es que en el paquete vienen dos tapas: una vez puesta la de arriba, el menjunje que hay en medio pasa a llamarse "relleno". y todos coincidimos en que "relleno", en gastronomía, es sinónimo de "rico". en cambio si no hay tapas para la tarta, se elige la opción dos: S de Salsa. se prende el fuego, se hierve medio paquete de fideos y a la par se combinan en una ollita (poniendo cara concentrada de alquimista): leche, media cerveza vieja (el "touch" borrachito!), tres fetas picadas de mortadela, una palta, hongos (si no hay de los de lata, se extraen de la superficie de alguna fruta del cajón. no importa el asco que dé, lo clave acá es que la salsa tenga hongos porque una salsa con hongos es re gurmét), perejil arrugado, limón, ketchup y la última barrita gomosa de kanikama. como dicen los pakistanes, manjar!
paso a enumerar el contenido, tal como lo estoy viendo: en la puerta hay dos limones (uno ya empezó a arrastrarse solito hacia el tacho de basura, fijate qué podrido pero qué macanudo), media manteca chica, un paquete abierto de queso rallado (miembro clave de mis cenas que merece un capítulo aparte, tal es su grandeza). en el estante principal (ja, es el único que tiene) hay un táper abierto con frutas (llegaron al fin las más ricas! duraznos, ciruelas y pelones), un frasco con algún condimento que haría sonrojar a un contador geiger, una leche descremada, un poco de queso blanco, café y, por último, en el congelador un paquete de salchichas (porque toda dieta balanceada incluye carnes grises).
la heladera universal contiene varias de estas cosas, pero algunas más infaltables: limones secos (ya la dije), leche (si está buena o no carece de relevancia, pero cómo no vas a tener leche!), cubeteras (nadie dijo hielo eh...), algún remedio (así parece un super laboratorio de la tecnología sideral), mermelada a media asta, frascos de aceituna sin aceitunas pero con el agüita (otro asunto que merece un capítulo aparte)... ufa, había hecho una lista mental más larga y ahora no me acuerdo. una ventaja más de la lista no-mental. ah, cierto! me acordé: la gotita. nunca falta un tubo de la gotita en la heladera.
detengámonos por un instante en la colgadez que sobreviene al tirar de la puerta. tantos estudios científicos hay sobre tantas nimiedades, cuándo va a ocuparse seriamente alguien sobre este asunto? quizás nos ayude a comprender mejor por qué somos como somos, de dónde venimos e incluso por qué pintamos las heladeras de blanco. algunas incógnitas: dura más o menos la colgadez si estamos descalzos? (a menos que haya un cortocircuito, en cuyo caso hay 99% de probabilidades de que dure menos). tiene injerencia la hora en la que nos colgamos frente a la heladera? es decir, nos colgamos más de noche? influye en algo el hambre que tengamos? la edad? el sexo? (de todas maneras, no le recomiendo a nadie ponerse a mirar en la heladera mientras se tiene sexo, la otra persona se ofende y se va. creanmé, me pasó). qué sucede con las diferentes clases sociales? se cuelga más un hombre de familia que un hombre solo? qué resultados hay en el caso de una heladera con freezer? y con freezer pero de esos que vienen abajo? todo un universo indómito, salvaje, para ser abordado por valientes científicos... cómo distinguir a aquel que se toma el trabajo de abrir el cajoncito para ver si hay algo ahí escondido? y los que tocan todo para volver a apoyarlo... en otro estante? hay quienes se agachan y meten literalmente la cabeza adentro de la heladera. otros meten un pie como quien saca el bracito por la ventana. hay quienes pisan un poco de torta para después andar chupándose los dedos. yo no lo hago porque no llego a chuparme el pie. y porque en mi heladera escasea el rubro pastelería.
otro aspecto sumamente misterioso es aquel con el que nos asustaban de chicos: el "atrás de la heladera". qué miedo daba eso. proque por atrás siempre son negras, es algo así como el lado oscuro (algunas heladeras más viejas incluso hacen ruido a darth vader). ese radiador enorme de chapa que parece una tabla de lavar... encima está caliente! cómo puede estar caliente alguna parte de la heladera? qué locura. también nos decían que no metiéramos la mano: el motor te la arranca. pero claro, siempre una piecita de algún juguete (en mi caso eran legos) terminaba perdida debajo de la heladera. entonces se solicitaba algo excepcional: correr la heladera. tarea de padre. aunque no son tan pesadas de arrastrar, pero las mujeres se niegan rotundamente a mover una heladera. una vez desplazada (la heladera, no la mujer) qué encontramos detrás? de todo. un mar de pelusas en el que naufragan bolitas, juguetes, papeles, imanes, tornillos, caramelos... y por supuesto, biromes. he llegado a la conclusión de que atrás de las heladeras es adonde van las biromes a morir. como las ballenas. de alguna forma, cuando ven que la tinta empieza a terminarse, se las arreglan para ir detrás de la heladera para su descanso eterno. la última morada de la birome. y de los capuchones, claro está. porque atrás de la heladera siempre está lleno de capuchones. peor aún: siempre hay más capuchones que biromes. todos esos que nunca encontrás están ahí. cómo hacen, nunca lo sabremos: hay cosas que merecen no ser averiguadas.
la luz de la heladera es sin lugar a dudas la lamparita que más tiempo permanece en su lugar tras quemarse. cualquier otra luz de la casa es cambiada a la brevedad (siempre y cuando, como en todo hogar decente, patricio y bilingüe, haya lamparitas de repuesto). lo peculiar de esta conducta humana es que la luz de la heladera debe ser no sólo de las más necesarias, sino de las más utilizadas. y sin embargo, somos capaces de pasarnos semanas enteras con el morfi en penumbras. la reticencia a cambiar la luz reside, aventurando una conjetura, en que no sólo implica sacar una tapa (que no sabemos cómo se saca, pero qué tan difícil puede ser, nocierto?), sino que además implica una lamparita que no es la común. y eso siempre es terreno pantanoso. será chiquita? blanca? transparente? es un tubito? será la misma rosca? dónde se compra? yo no sé adónde se compra eso. pregunto en la ferretería? pero cómo pregunto? bombita para la heladera, se llamarán así? no creo, mirá si en la caja va a decir "bombita para heladera"... bueno, a lo mejor si la dejo como está un día de estos revive. puede pasar, no? a lo mejor no es que se quemó sino que el mecanismo no está andando. porque la luz de la heladera no está prendida todo el tiempo, no señor. eso es un mito. y lamento mucho si le bajo la ilusión de un hondazo a más de uno con esto, pero la verdad es la verdad y acá va: cuando cerrás la puerta, la lamparita... se apaga! pedazo de invento eh. entonces por ahí es eso lo que se rompió, y uno se embarca en cambiar la lamparita cuando está lo más bien, la lamparita...
días y días pueden estirarse estas conjeturas. hasta que alguien pregunta lo que nadie quiere oir: "se podrá arreglar la luz de la heladera?". usualmente es una voz femenina la que formula esto. dirigida hacia un individuo de sexo masculino, que procederá a cambiar la luz de la heladera sin chistar porque, bien en el fondo, sabe que es su deber. en el territorio culinario llamado "heladera", el hombre se encarga del mantenimiento porque la mujer se encarga... del descongelamiento. estamos a mano. este acuerdo tácito será respetado así hasta el fin de los días (o de la electricidad al menos). descongelar la heladera es asunto de ellas. nosotros no sabemos cómo se hace, por qué se hace, cuánto tarda, cuál es el procedimiento... es más, ni siquiera sabemos adónde está enchufada la heladera! cómo, esto está enchufado? en serio? adónde? porque el enchufe de la heladera siempre está medio a trasmano. y como nunca pensamos desenchufarla, no retenemos el dato de su ubicación. sea como sea, descongelar no es de nuestra incumbencia. lo único que sabemos es que, cada cierto período de tiempo, aparece un charco debajo de la heladera, se coloca un trapo de piso sobre él, se sacan todos los contenidos y se la deja abierta. usualmente este período coincide con la limpieza generalizada del artefacto, que incluye una purga con mano dura de la multitud de imanes, calcomanías, papelitos y fotos pegadas en la puerta de la heladera (también conocida como "la cartelera de cosas inútiles que por suerte está en la cocina y no tengo que ver todo el tiempo, fiuf menos mal").
no quiero terminar sin antes hacer mención de una conducta que tiene sus orígenes en las hordas de estudiantes y jóvenes profesionales viviendo solos en cualquier punto del país. no voy a decir del mundo porque no he confirmado las aristas internacionales de este proceder, pero cualesquiera sea el caso, todo ocurre así: un joven (también denominado péndex o boludón) abre la heladera a la hora de la comida. se queda, como es habitual, contemplando su contenido. su escaso contenido, fruto de los salarios marginales que otorga este bendito íspa (mejora económica sin precedentes? pues yo no la veo eh). el (o la) joven está pensando, pensando con todas sus fuerzas. debe comer. peor aún, debe elaborar una comida con lo que tiene ante sus ojos. en apenas una fracción de segundo sus hipótesis se reducen a dos caminos: tarta o salsa. esta es la ley. T o S. si hay tapas para pascualina, la totalidad de los contenidos de la heladera (limones, queso blanco, restos del delivery de la noche anterior, mermelada, una lata de arvejas abierta, medio tomate, un huevo, brotes de soja, actimel) se convierten en una deliciosa y nutritiva tarta. por esto es que en el paquete vienen dos tapas: una vez puesta la de arriba, el menjunje que hay en medio pasa a llamarse "relleno". y todos coincidimos en que "relleno", en gastronomía, es sinónimo de "rico". en cambio si no hay tapas para la tarta, se elige la opción dos: S de Salsa. se prende el fuego, se hierve medio paquete de fideos y a la par se combinan en una ollita (poniendo cara concentrada de alquimista): leche, media cerveza vieja (el "touch" borrachito!), tres fetas picadas de mortadela, una palta, hongos (si no hay de los de lata, se extraen de la superficie de alguna fruta del cajón. no importa el asco que dé, lo clave acá es que la salsa tenga hongos porque una salsa con hongos es re gurmét), perejil arrugado, limón, ketchup y la última barrita gomosa de kanikama. como dicen los pakistanes, manjar!
hhomero eestornuda dde pplacer eescuchando::
"sean lennon - dead meat"
"sean lennon - dead meat"
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