into the white
acodado sobre el borde del barco, dejó caer su sombrero al fragor de la batalla que se batía muy por debajo de sus pies: las olas eran derrotadas inexorablemente por el titánico avanzar del transatlántico, que revolvía el océano en movimiento perpetuo. debajo de él, pensó, la inmensidad de las profundidades. por sobre su cabeza, la profundidad de las inmensidades. inexorable sentirse una entidad famélica, sometida a las fuerzas incalculables del globo.
"el mundo está rodando". meditó sobre esto un buen rato. una enorme piedra desprendida, que cae por la ladera a mayor velocidad cada instante. choca, rebota, parece no pesar demasiado y sin embargo a cada paso deja enormes bollos. ni bien zarpar, se dedicó durante varios días a recorrer el barco por su perímetro, caminando agarrado a la baranda. terminó por comprobar que no había salida, esa era la embarcación y por unas cuantas semanas tendría que permanecer sobre ella. accedieron entonces, su cerebro y él, a entregarse al pánico durante unas cuantas horas. todos aquellos que lo conocían siquiera remotamente; todas y cada una de las personas que podían dar cuenta de su vida, se alejaban a cada segundo más. eran las personas que a él le importaban. esto había sido devastador para su ánimo durante las primeras jornadas de viaje. tuvo un encuentro pugilístico con un muro de grueso acero, en el que decidió proyectar sus angustias: necesitaba bajarse, necesitaba por todos los medios cerrar los ojos y, al abrirlos, reaparecer en el mundo conocido, entre los seres conocidos, en los hogares conocidos. si existían realmente otros países, otras vidas y otros paisajes, maldijo entonces por querer conocerlos. pero con las horas fue acostumbrándose, muy a su pesar, a la realidad: ahora sólo se veía agua y más agua, cordilleras invertidas que habían sido inundadas por glaciares gigantescos; montañas de hielo que sucumbieron durante miles de años a la erosión solar. ahora no eran más que millones de metros cúbicos de agua salada. agua salada con un barco flotando encima.
se soltó de la baranda y caminó por entre los viajeros despreocupados. existencias gratificadas por la intrascendencia, que bailaban sobre la pista del salón como si cuerdas invisibles los mantuvieran sujetos al barco. se prometió nunca dar por sentada a la fuerza de gravedad. durante muchos años había bajado la guardia ante otros asuntos, asuntos emocionales por sobre todo; había dado por sentado muchos vínculos. sobreentendidos que levantaron a todo el vecindario, tal el ruido que produjeron al caer. ya no más: el hecho de haber visto durante 43 años cisnes blancos no significaba que no estuviera rompiendo el cascarón en algún nido del mundo aquel cisne gris que se las ingeniaría para volar hasta su presencia y echar por tierra algún aspecto establecido de su vida. "y lo mismo con la fuerza de gravedad": si por algún golpe de suerte o irremediable delirio encontrara un hueco en el suelo, un pozo lo suficientemente profundo como para no ver el fondo. si cayera dentro y resultara que ese hueco atravesaba todo el diámetro de la tierra y salía del otro lado en mongolia: hasta qué punto caería? si cayera hasta el otro extremo, terminaría saliendo disparado hacia los cielos asiáticos? "caería" al espacio exterior? o se detendría en el centro mismo de la tierra, para conversar por unos instantes con el desgraciado mongol que hubiera corrido la misma suerte que él, y en cuyos bigotes notaría el comienzo del incendio que terminaría con ellos, envueltos en magma? no, la gravedad no era para nada merecedora de su confianza.
un poco mareado, se fue en busca de su camarote. más precisamente en busca de la pipa que incumplía sus deberes, inmóvil sobre la cama. pero ni había descendido hasta el primer descanso de la escalera cuando vio caminando por el techo una magnífica araña. qué espeluznante alegría haberla encontrado, pensó. qué imprudente de su parte, caminar tan sin esconderse, tan despreocupada por las entrañas pluviales del transatlántico. quizás no estuviera al tanto de que su deber como araña era el de escurrirse sin ser vista por algún rincón. fue siguiéndola en su recorrido, maravillado por sus movimientos acechantes. pensó muchas cosas en ese entonces: cómo fue que el bicho había terminado a bordo; nacería de alguna araña madre o llegaría ya joven, montada sobre algún equipaje polvoriento? estaría al tanto de que se encontraba sobre un barco, de que el barco flotaba sobre el mar y de que sólo agua encontraría a su alrededor? se habría topado ya con algún límite de los que separaban ontológicamente al barco del resto del mundo? o será esta embarcación lo suficientemente grande para resultar un territorio infinito para la araña? un paisaje tan vasto que jamás llegaría a recorrer en su vida de arácnida. pensó sin humildad alguna en su propia situación, atrapado entre lo profundamente inmenso y lo inmensamente profundo. tan inconmensurable era la tierra, y sin embargo apenas le llevaría segundos a un agujero negro devorársela toda. reducirla a la nada. por un momento amagó con sentirse miserable, pero sin darse cuenta se sonrió en voz alta. se burló como un tonto de su propio planeta.
y entonces cayó en la cuenta de que la araña caminaba por el techo. "por el techo", murmuró. su arriba era el abajo y viceversa. más inaudito aún: cuando la araña se encontrara con un muro, el costado sería el piso el arriba sería detrás y luego el piso sería abajo. sintió profunda envidia por la destreza arácnida. vio en su mente a la tierra flotando, pero américa apuntaba hacia arriba y el polo norte quedaba en la base. nadie entendía nada porque en el espacio no había referencias. toda la humanidad entonces se desprendía de sus invisibles piolines y "caía hacia el cielo" lejos y más lejos hasta fundirse y el mundo quedaba vacante. para alegría de los cisnes grises.
se arrepintió de haber tirado su sombrero al océano; a nadie le gustaría aterrizar en algún asteroide con su cabeza descubierta. rebuscó un consuelo y se conformó con admitir que, si bien a cada instante más y más agua se interponía con todo aquello que quería, menos y menos distancia lo separaba por el otro extremo. esperaría entonces a estar precisamente a medio camino, para empezar a preocuparse.
"el mundo está rodando". meditó sobre esto un buen rato. una enorme piedra desprendida, que cae por la ladera a mayor velocidad cada instante. choca, rebota, parece no pesar demasiado y sin embargo a cada paso deja enormes bollos. ni bien zarpar, se dedicó durante varios días a recorrer el barco por su perímetro, caminando agarrado a la baranda. terminó por comprobar que no había salida, esa era la embarcación y por unas cuantas semanas tendría que permanecer sobre ella. accedieron entonces, su cerebro y él, a entregarse al pánico durante unas cuantas horas. todos aquellos que lo conocían siquiera remotamente; todas y cada una de las personas que podían dar cuenta de su vida, se alejaban a cada segundo más. eran las personas que a él le importaban. esto había sido devastador para su ánimo durante las primeras jornadas de viaje. tuvo un encuentro pugilístico con un muro de grueso acero, en el que decidió proyectar sus angustias: necesitaba bajarse, necesitaba por todos los medios cerrar los ojos y, al abrirlos, reaparecer en el mundo conocido, entre los seres conocidos, en los hogares conocidos. si existían realmente otros países, otras vidas y otros paisajes, maldijo entonces por querer conocerlos. pero con las horas fue acostumbrándose, muy a su pesar, a la realidad: ahora sólo se veía agua y más agua, cordilleras invertidas que habían sido inundadas por glaciares gigantescos; montañas de hielo que sucumbieron durante miles de años a la erosión solar. ahora no eran más que millones de metros cúbicos de agua salada. agua salada con un barco flotando encima.
se soltó de la baranda y caminó por entre los viajeros despreocupados. existencias gratificadas por la intrascendencia, que bailaban sobre la pista del salón como si cuerdas invisibles los mantuvieran sujetos al barco. se prometió nunca dar por sentada a la fuerza de gravedad. durante muchos años había bajado la guardia ante otros asuntos, asuntos emocionales por sobre todo; había dado por sentado muchos vínculos. sobreentendidos que levantaron a todo el vecindario, tal el ruido que produjeron al caer. ya no más: el hecho de haber visto durante 43 años cisnes blancos no significaba que no estuviera rompiendo el cascarón en algún nido del mundo aquel cisne gris que se las ingeniaría para volar hasta su presencia y echar por tierra algún aspecto establecido de su vida. "y lo mismo con la fuerza de gravedad": si por algún golpe de suerte o irremediable delirio encontrara un hueco en el suelo, un pozo lo suficientemente profundo como para no ver el fondo. si cayera dentro y resultara que ese hueco atravesaba todo el diámetro de la tierra y salía del otro lado en mongolia: hasta qué punto caería? si cayera hasta el otro extremo, terminaría saliendo disparado hacia los cielos asiáticos? "caería" al espacio exterior? o se detendría en el centro mismo de la tierra, para conversar por unos instantes con el desgraciado mongol que hubiera corrido la misma suerte que él, y en cuyos bigotes notaría el comienzo del incendio que terminaría con ellos, envueltos en magma? no, la gravedad no era para nada merecedora de su confianza.
un poco mareado, se fue en busca de su camarote. más precisamente en busca de la pipa que incumplía sus deberes, inmóvil sobre la cama. pero ni había descendido hasta el primer descanso de la escalera cuando vio caminando por el techo una magnífica araña. qué espeluznante alegría haberla encontrado, pensó. qué imprudente de su parte, caminar tan sin esconderse, tan despreocupada por las entrañas pluviales del transatlántico. quizás no estuviera al tanto de que su deber como araña era el de escurrirse sin ser vista por algún rincón. fue siguiéndola en su recorrido, maravillado por sus movimientos acechantes. pensó muchas cosas en ese entonces: cómo fue que el bicho había terminado a bordo; nacería de alguna araña madre o llegaría ya joven, montada sobre algún equipaje polvoriento? estaría al tanto de que se encontraba sobre un barco, de que el barco flotaba sobre el mar y de que sólo agua encontraría a su alrededor? se habría topado ya con algún límite de los que separaban ontológicamente al barco del resto del mundo? o será esta embarcación lo suficientemente grande para resultar un territorio infinito para la araña? un paisaje tan vasto que jamás llegaría a recorrer en su vida de arácnida. pensó sin humildad alguna en su propia situación, atrapado entre lo profundamente inmenso y lo inmensamente profundo. tan inconmensurable era la tierra, y sin embargo apenas le llevaría segundos a un agujero negro devorársela toda. reducirla a la nada. por un momento amagó con sentirse miserable, pero sin darse cuenta se sonrió en voz alta. se burló como un tonto de su propio planeta.
y entonces cayó en la cuenta de que la araña caminaba por el techo. "por el techo", murmuró. su arriba era el abajo y viceversa. más inaudito aún: cuando la araña se encontrara con un muro, el costado sería el piso el arriba sería detrás y luego el piso sería abajo. sintió profunda envidia por la destreza arácnida. vio en su mente a la tierra flotando, pero américa apuntaba hacia arriba y el polo norte quedaba en la base. nadie entendía nada porque en el espacio no había referencias. toda la humanidad entonces se desprendía de sus invisibles piolines y "caía hacia el cielo" lejos y más lejos hasta fundirse y el mundo quedaba vacante. para alegría de los cisnes grises.
se arrepintió de haber tirado su sombrero al océano; a nadie le gustaría aterrizar en algún asteroide con su cabeza descubierta. rebuscó un consuelo y se conformó con admitir que, si bien a cada instante más y más agua se interponía con todo aquello que quería, menos y menos distancia lo separaba por el otro extremo. esperaría entonces a estar precisamente a medio camino, para empezar a preocuparse.
hhistoria iinspirada een eel ppiano dde::
"muse - starlight"
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